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martes, 27 de julio de 2010

Europa En El siglo XVII - 1º Parte

EUROPA EN EL SIGLO XVII


El siglo XVII en Europa tuvo grandes contrastes. Transcurridos dos siglos desde los inicios de la Edad Moderna:


·        Se habían ampliado los horizontes económicos, culturales y geográficos.


·        Existían motivos para el optimismo que había caracterizado la época renacentista.


·        En algunos aspectos no se habían experimentado avances y ciertas situaciones echaban por tierra los pronósticos de tiempos mejores.


En otros aspectos:


·        La sociedad europea, a pesar del encumbramiento de la burguesía, era aún una sociedad estamental con grupos que mantenían  privilegios.


·        La población seguía creciendo lentamente ya que no se había logrado detener la alta mortalidad.


·        La esperanza de vida llegaba a los 40 años y la muerte era una experiencia frecuente, agudizada en tiempos de catástrofes debido a las guerras, el hambre y las pestes.


Algunos estudios han revelado que durante el siglo XVII se sucedieron pestes cada 20 años en Europa. Cuando coincidían con épocas de hambrunas, sus efectos sobre la población eran aún más letales.


LA AGRICULTURA


La agricultura, actividad que congregaba a la mayoría de la población, no había tenido grandes adelantos. La productividad era baja y si se arruinaban las cosechas, además del problema que significaba para los campesinos, se iniciaba un ciclo de escasez y alza de precios que afectaba a los grupos de menores recursos. La mendicidad era un panorama habitual en las ciudades y campos de Europa.
LA POLÍTICA


Las diferencias religiosas en Europa aún eran motivo de enemistades y enfrentamientos. La lucha entre católicos y protestantes al interior del Imperio Alemán desató una guerra que se convirtió en un conflicto europeo de gran alcance: la Guerra de los Treinta Años (1618–1648). A los conflictos de índole religiosa se sumaron intereses de tipo económico y político que motivaron la entrada a la guerra de gran parte de los Estados y potencias europeas.


Junto al emperador alemán, católico, se alineó la Casa de Austria (los Habsburgos), siendo España la potencia líder, interesada además en mantener su hegemonía en Europa. Esta guerra tuvo varias etapas:

·        Los ejércitos españoles debieron enfrentar a diferentes enemigos, entre los cuales se contaron algunos principados alemanes protestantes, Bohemia, Dinamarca, Suecia y las Provincias Unidas. Hasta el año 1635, las principales victorias habían favorecido a la alianza católica.

·        La intervención de Francia en el conflicto cambió el signo de la guerra. Era un reino católico que entraba a luchar en contra de Austria y España. Era un intento de frenar la supremacía española, motivación fundamentalmente política. Desde ese momento la balanza se inclinó en contra de España, la que además tuvo que enfrentar rebeliones internas de la provincia de Cataluña y de Portugal, que desde tiempos de Felipe II eran parte de España.

·        La guerra terminó con la derrota española y en 1648 se firmó la Paz de Westfalia que supuso, entre otras cosas, reconocer la independencia de las Provincias Unidas, dentro de las cuales destacaba Holanda. Este conflicto bélico, además de cambiar el mapa político de Europa a favor de los vencedores, significó el inicio de la decadencia de España y del Imperio Alemán, el cual quedó fragmentado en más de 300 estados independientes.

·        La guerra entre Francia y España continuó hasta que en 1658 los franceses, aliados con los ingleses que en ese momento eran gobernados por Oliverio Cromwell, derrotaron a los españoles.

·        Francia se alzaba como nueva potencia europea con una manifiesta hegemonía política en el continente. La idea imperial y la idea de monarquía universal representadas por Alemania y España, respectivamente, quedaban atrás, al igual que las guerras religiosas entre Estados europeos.

LOS EUROPEOS Y EL MUNDO

Mientras sucedían  estos conflictos, los europeos continuaban con la expansión ultramarina y se consolidaban las rutas marítimas comerciales establecidas por portugueses y españoles:

·        La ruta de las especias a través del océano Atlántico e Índico.

·        La ruta de los metales preciosos por la cual se conducía el oro y la plata desde América hacia Europa.

·        A ellas se sumó una ruta triangular:

    Se vendían productos manufacturados europeos en África, allí se compraban personas que eran transportadas y vendidas como esclavos en América para trabajar en las plantaciones, y en el continente americano se compraban productos tropicales (azúcar, cacao, tabaco, y algodón) para llevarlos a Europa y venderlos.

    LA GRAN NOVEDAD DEL SIGLO XVII

La gran novedad fue que nuevas potencias europeas entraron a competir en este comercio, motivadas por las claras ventajas que se obtenían de él. Holanda, Inglaterra y Francia arrebataron a Portugal y a España sus posiciones hegemónicas en ultramar.

·        La situación más crítica la vivió Portugal, que durante el siglo XVII fue desplazada por Holanda en el comercio de las especias.

·        Los holandeses se convirtieron en una gran potencia comercial y tomaron el control de Indonesia. Con nuevos tipos de embarcaciones, en vez de llegar a la India,  alcanzaron las islas de las especias por una ruta menos peligrosa y que podía transitarse todo el año.

·        Los ingleses, por su parte, se instalaron en la India, desplazando a los portugueses.

Ambas potencias (Inglaterra y Holanda) también alcanzaron supremacía en el comercio de esclavos desde África. La penetración de estas nuevas potencias en el comercio oriental se vio facilitada por la creación de compañías comerciales con apoyo estatal, ejemplo de ello son:

En 1600 se creó la Compañía Inglesa de las Indias Orientales y en 1602 la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.

Siguiendo la orientación mercantilista, los Estados buscaban estimular un comercio donde el valor de las exportaciones superara al de las importaciones, de modo de tener metales preciosos a favor.

Holandeses, ingleses y franceses también se interesaron por obtener posesiones tanto en América del Norte como en el resto del continente americano, ganando posiciones a españoles y portugueses.  

La pérdida de hegemonía de los españoles respondió también a la fuga de metales preciosos; el oro y plata que afluía desde América iba a parar rápidamente a los países europeos que vendían sus productos manufacturados a España. 

En definitiva, aunque la base económica durante el siglo XVII seguía siendo agrícola, este comercio generaba importantes riquezas y era el ámbito donde se producían innovaciones económicas. Los éxitos aumentaban el orgullo de los europeos frente a los demás pueblos y se afianzaba la idea de que “descubrir”  tierras daba derecho a su dominio.

LA VISIÓN DE LOS IMPERIOS COLONIALES

Los imperios coloniales eran vistos como enormes mercados que dominar y los objetivos de la evangelización habían quedado en el pasado. Para los Estados, la expansión oceánica fue además un factor de consolidación y las rivalidades entre ellos se trasladaron también a las posesiones de ultramar.

EL ABSOLUTISMO

La Guerra de los Treinta Años significó la reconfiguración del mapa político de Europa. Francia se convirtió en la nueva potencia de Europa, mientras el Imperio español perdía relevancia. Irrumpió entonces el absolutismo, un nuevo régimen político que consolidaba el gobierno directo del monarca, concentrando el poder en sus manos.





MONARQUIA ABSOLUTA

  • Sistema de gobierno donde el rey tenía un poder absoluto sobre los asuntos del Estado sin que existiera ningún tipo de fuerza o grupo social que pudiera neutralizarlo. 
  • En la figura del rey quedaban unidos los tres poderes del Estado. De este modo, el rey podía ejercer su dominio sobre todas las esferas de la sociedad sin rendir cuenta a nadie. 
  • El cargo era hereditario y solo Dios estaba sobre él. 
  • Su principal propósito era defender los intereses del Estado, con absoluta libertad para dictar o modificar leyes, sin la participación de otros sectores, apoyado en sus dos instrumentos principales: la burocracia y el ejército. 
  • Bajo la idea de que el Estado y el rey eran la misma cosa se suprimieron las autonomías de ciudades y provincias, centralizándose el poder y las decisiones bajo la autoridad de una sola persona.


Con la adopción del mercantilismo – que fomentó la intervención del Estado en la economía –, los reyes y sus ministros tendieron a tomar medidas proteccionistas, alzando las tarifas aduaneras, estimulando la producción interna y prohibiendo la importación de productos que no se elaboraran en el país. El objetivo era asegurar una balanza comercial favorable para acumular el oro y la plata dentro del Estado. De esta manera, los Estados absolutistas lograron solventar los enormes gastos en que incurrían a medida que crecía la burocracia y el ejército y se transformaron en fuerzas económicas. A las tradicionales causas de conflictos armados se sumaron ahora los intereses económicos.

NOTA:


El mercantilismo consideraba que la fuente de la riqueza radica en el comercio exterior. Así, diremos que el mercantilismo es un conjunto de políticas o ideas económicas que se desarrollaron durante los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII en Europa. Se caracterizó por una fuerte injerencia del Estado en la economía. Consistió en una serie de medidas tendientes a unificar el mercado interno y tuvo como finalidad la formación de Estados-nación lo más fuertes posibles.






BASES TEORICAS DEL ABSOLUTISMO

El absolutismo, se basó en principios teóricos que hacían referencia a la  figura del rey y cómo él debía ejercer su autoridad. Entre sus pensadores más destacados estuvieron:

1.- El cardenal Richelieu:

        Este centró su discurso contra la nobleza y a favor del fortalecimiento del poder real.

2.- El obispo Bossuet:

     En sus obras defendió el origen divino de la monarquía.

3.-  Jean Bodin:

   Apeló al fortalecimiento del poder monárquico como única manera de organizar el reino.

POSTULADOS TEÓRICOS DE LA MONARQUÍA ABSOLUTA

Los postulados teóricos de la monarquía absoluta se pueden agrupar en tres principios:

Poder Soberano:

Se define la monarquía como el poder supremo del rey sobre los súbditos. El rey es la única fuente de derecho y solo es responsable ante Dios por sus actos, por lo cual no es juzgable por los seres humanos. Puede dar curso a leyes, a guerras, designar funcionarios y actuar como tribunal supremo, todo lo que sea necesario para mantener su reinado.

Derecho Divino:

Según los absolutistas, el poder de los reyes tenía un origen divino. Dios elegía a los reyes como sus ministros, para mantener la paz y la justicia. Debían, por lo tanto, ser reverenciados.

Razón de Estado:

  El ser humano tiende a hacer la guerra contra los demás. Para evitar este problema debe renunciar a su libertad y ceder sus derechos a alguien que mande y que haga  todo por el bien de todos sus súbditos. De este modo, era conveniente para el Estado que el poder se concentrara en una sola persona.


ABSOLUTISMO EN FRANCIA


El absolutismo se desarrolló con gran fuerza en Francia y su mayor exponente fue el rey Luis XIV. Luis XIV decidió asumir el gobierno sin delegar el poder en ningún asesor, ministro u hombre de confianza, reinó en Francia desde 1643 hasta 1715, logrando imponer su estilo de gobierno, que puede ser sintetizado en su propio dicho: “El Estado soy Yo”. 

El rey, se consideraba a sí mismo como un sucesor de Dios, y por lo tanto, una persona que estaba por sobre todos sus súbditos. Para controlar el territorio nombró Intendentes, quienes se convirtieron en “sus ojos y oídos”. También invitaba regularmente a la aristocracia a recepciones en el palacio de Versalles, con lo cual mantuvo una relación sin conflictos.

Su ministro Colbert, se encargó de llevar las finanzas del gobierno durante el período 1665-1683. Este, inspirado en el mercantilismo, aumentó la producción manufacturera y el comercio exterior mediante la ampliación de la marina mercante. Reordenó la economía, pero el alto nivel de gastos del monarca y las guerras significaron un alza creciente de los impuestos, los que recaían en los estamentos no privilegiados.

Si bien logró mantener el control del territorio y una incipiente prosperidad económica, hubo dos limitantes a su poder: 

1.- Debía respetar los privilegios tradicionales de los estamentos y los de las provincias de Francia (que variaban de un lugar a otro).

2.- Era difícil fiscalizar que en los territorios más alejados se acataran sus mandatos.

REACCION INGLESA AL ABSOLUTISMO

El  rey  inglés el Jacobo I, tenia una concepción absolutista de la monarquía y decidido a imponer el anglicanismo, comenzó un abierto enfrentamiento con el Parlamento inglés. Su hijo, Carlos I, continuó con esta política, limitando la tradicional participación de los integrantes del Parlamento. 

El resultado fue el estallido de una guerra abierta entre el rey y el Parlamento en el año 1642, que también tuvo un cariz religioso al enfrentar a anglicanos contra puritanos.

Luego de ser decapitado en 1649, asume el gobierno el líder de la sublevación parlamentaria, Oliverio Cromwell, quien estableció una dictadura personal. Tras su muerte se restauró la monarquía. 

Carlos II asumió el gobierno y fue sucedido por su hermano Jacobo II, quien despertó fuertes resentimientos por su conversión al catolicismo. En 1688 una nueva revolución llamada “gloriosa” (pues se llevó a cabo sin derramamiento de sangre) derrocó al rey y el trono fue ofrecido por el Parlamento a su hija María y a su esposo Guillermo de Orange.

En 1689 debieron jurar la Declaración de Derechos que establecía los límites al accionar del rey y las atribuciones del Parlamento. Ese mismo año se dictó la Ley de Tolerancia que reconoció a la Iglesia Anglicana como la religión oficial, pero otorgando libertad de culto a otras religiones. De este modo, la monarquía inglesa iniciaba un camino diferente, superando el gobierno absolutista y dando un paso hacia lo que se denominará la monarquía parlamentaria.


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